viernes, diciembre 28, 2007

Sin escape

Esquivé el primer disparo, pero no tuve tanta suerte con el segundo. Me dije, mide bien tus pasos, parece que esta vez va en serio. Y de nuevo esa sensación de ser un pedazo de historia entrecortada, que se va muriendo lentamente a base de un par de tiros a quemarropa cada vez que el viento cambia de dirección. La habitación estaba vacía y las huellas de nuestros pies descalzos se adivinaban sobre la arena de una playa imaginaria que sólo ella y yo podíamos habitar. Estaba dispuesto a pasar de largo, a seguir caminando, quería evitar el fuego cruzado. Pero ella desenfundó atrapándome con la guardia baja y sin escapatoria. Sus palabras, sus gestos, me atravesaron la espalda, congelándome las ganas de huir. Pensé entonces, todo esto que hacemos, esta forma de buscarnos, de necesitarnos... tiene el horizonte de encontrar en la otra persona lo que no somos. Me refiero a sus intentos de ver más allá de mis ojos, como si existiera alguna barrera que derribar. También yo creía poder entender nuestra realidad hipotética. Realmente, nada de aquello encajaba con su vida ni con la mía, pero nos gustaba imaginarlo, cerrar los ojos y dibujar líneas en el aire. Durante mucho tiempo se había dedicado a tejer una red en la que yo me iba dejando caer, quedándome cada vez más dormido como sólo puedes dormir en tu propio hogar. Siendo consciente de que al despertar el hechizo habría concluido y ya nada volvería a ser como antes. Entonces la despedida, y el tiempo entre cosechas al que nos acostumbramos. Podemos seguir nuestros caminos, viviendo la mitad de lo que nos corresponde y preparando el terreno hasta el siguiente tiroteo. Pronto volveremos a encontrarnos. Y para entonces yo procuraré tener a mano un chaleco antibalas.
O al menos una respuesta rápida.

viernes, diciembre 21, 2007

Ni blanco, ni negro

Hoy puedo esbozar al menos una media sonrisa. Fue necesaria la sensación de perdernos para poder redescubrirnos. Lo que tengo de ti no es suficiente, pero quizá sea mejor dedicarse a vivir y a alimentar una amistad, a el riesgo de perdernos y caer en el olvido. Empezar de cero y que lo que tenga que pasar, pasará.
Antes de conocerte solo era capaz de hablar con una sola voz. Todo tenía el mismo tono, el mismo color. Pero llegaste tú, y tu presencia comenzó a multiplicar mis estados: de repente consigo convertirme en cualquier momento, independientemente de todo lo que nos rodea. Cualquier sentimiento por hacerte sonreír, por eternizar nuestros mal disimulados pasos de baile. Te acercas, apenas llegas a rozarme, y los colores y los sonidos que nos rodean se hacen más intensos; nos subimos a un carrusel de emociones y nada puede evitar que con cada uno de tus gestos me sienta caer un poco más en ti. Es un don de vida que sólo tú sabes suministrar, generando acordes donde ninguna nota ha sonado antes, jamás. Todo lo que haces, todo lo que hacemos es genuino, nunca había ocurrido. Nadie había imaginado tanta magia. Por eso te encuentro siempre, aunque te alejes sé interpretar las pistas que vas dejando en el viento. Tus huellas son tan profundas que nunca desaparecen: no hay mejor motivo para continuar cada día que la posibilidad de redescubrirte a la vuelta de cualquier esquina, y jugar a conocerte desde cero, como si esta fuera la primera mañana en la Tierra. No quiero volver a tener nunca más una única voz; estoy en pie gracias a las puertas que abrimos a cada paso, en cada beso.

jueves, diciembre 20, 2007

No hay sombra en la ventana

No recuerdo ni por qué estoy corriendo. Perdí la esperanza desde el momento en que dudas y me llamas mentiroso. Mentirte a tí. No lo he hecho ni lo haré jamás. Pero el hielo de los vasos siempre acababa derritiéndose. Hasta la chica que perseguía a los cantantes de moda se cansó de gritar y reír al apagarse las luces. Recibí dos consejos: en todas las botellas el tapón gira en el mismo sentido, y por mucho que saltes de azotea en azotea nunca conseguirás el primer premio; hay cientos, miles de hormiguitas esperando su turno. Así que adelante, cuélgame, rómpeme, clávame agujas. Estoy cubierto de unos y ceros, y el cristal que ves es irrompible. Una pista: tan sólo tienes que leerme. Un poco más abajo. Ahí estás, entre línea y línea, en todos los post, sin tu coraza ni mis ganas, no ha pasado tanto tiempo. En el instante exacto en que brindo a tu salud, en esas marcas que dejan las copas en la mesa.
Esta noche quiero ver a qué sabe tu olvido.

miércoles, diciembre 19, 2007

Terapia de soledad

Querido mío: Aquí estoy, en mi isla, que no es exactamente eso, ya que no está rodeada de mar sino de vegetación, de árboles, de campo propiamente dicho. Pero es una isla en un sentido espiritual. Aunque tampoco es eso, ya que estoy rodeada de lejanas presencias y cercanas ausencias, del recuerdo de otros y de las corrientes de mi propia memoria. ¿Te parezco complicada? Puede ser. Bien sabes que de un tiempo a esta parte sentía la necesidad de aislarme, de reencontrarme con mi soledad perdida (Marcel Proust viejo y peludo!). Por suerte lo entendiste y te confieso que esa comprensión aumentó mi amor (y también mi respeto) hacia vos. Estoy convencida de que el respeto por la soledad del ser amado es una de las menos frecuentes pero más entrañables formas del amor, ¿no te parece?

Creo que los diez años de bienllevado matrimonio precisaban de esta afirmación de nuestras dos identidades. Es un regalo del destino que seamos tan distintos, algo que nos habilita a descubrirnos casi a diario, a que cada uno celebre en su fuero interno el hallazgo del otro. Esto de "fuero interno" siempre me ha parecido una contradicción gastada, inadecuada e inútil. "Fuero" es tan parecido a "fuera" (ya sé que vienen de etimologías distintas) e "interno" tan cercano a "intimidad". Esa expresión, "fuero interno", ¿habrá querido expresar en sus orígenes una intimidad hecha pública, volcada hacia fuera, o sea lo contrario de lo que hoy significa?

Pero retomo el hilo de mi sabia reflexión. Seré caótica pero no tarada. Una pregunta indiscreta: ¿cómo te sientes sin mi? ¿Rodeado, como es habitual, de trabajo, de amigos leales y desleales, y también de mujeres guapas y guapísimas? Dada esa circunstancia, tendría buenos motivos para mis celos. Pero para mi condena, no soy celosa. Ah, no te ilusiones, puedo serlo.
Tú en cambio no tienes ninguna razón para los celos, ya que aquí no estoy rodeada de hombres guapos, sino de pinos, eucaliptus, ranas canoras, amaneceres y crepúsculos, y, en ocasiones, de un silencio nocturno tan compacto que a veces me despierta y hasta me desvela, tan habituados estamos al ruído enloquecedor, cercano o lejano, de las ciudades. Sólo en algunos insomnios me acompañan los grillos, cuya monotonía coral me lo confirmacomo precursores del canto gregoriano. ¿No estarás celoso de los grillos, verdad? Te aclaro que su pequeñez los hace invisibles, así que ni siquiera sé si son guapos (como grillos, claro). Supongo que también entre ellos habrá cánones de belleza; que habrá grillos equivalentes a Robert Redford y otros feos como Peter Lorre.

Lo cierto es que, dormida o despierta, he estado haciendo balance de mi misma. No te voy a contar, por ahora, cuál es el saldo. Para hacerlo, tengo que decírtelo en la cama, desnudo tú y desnuda yo, después de fornicar como Dios manda, mirándote a los ojos para que esos ojos tuyos me vayan comunicando tu respuesta o al menos tu comentario. Todavía creo (te lo dije hace mucho, cuando ya vivíamos juntos pero no habíamos cometido el pecado venial de casarnos) que nuestro mejor diálogo ha sido el de las miradas. Las palabras, consciente o inconscientemente, a menudo mienten, pero los ojos nunca dejan de ser veraces. Si alguna vez he pretendido mentir a alguien con la mirada, los párpados se me caen, bajan espontáneamente su cortina protectora, y ahí se quedan hasta que yo y mis ojos recuperamos la obligación de la verdad. Con las palabras todo es más complejo, pero aún así, si las palabras tratan de engañar, los ojos suelen desmentir a la boca.

Retomando de nuevo el hilo conductor, te diré que la soledad es como un tónico y también una cura de modestia. Un tónico porque, con tanto tiempo y espacio para reflexionar, una va detectando de que sirve y qué no sirve en los recovecos del alma propia. Y cura de modestia, porque a la estricta soledad no tienen cabida lo halagos fallutos, ni los mimos a la vanidad, ni siquiera (no es mi caso) el perdón de los confesionarios.

Mi soledad está además poblada de pájaros. Siempre he sido una analfabeta en cuanto a ornitología, de modo que jamás pude ni podré diferenciar el canto de una calandria del de un zorzal, el monólogo de un mirlo del de un jilguero, y en este tramo de mi vida no pienso especializarme en ciencia pajarera, de modo que he decidido ponerles nombres. Verbigracia: a uno de esos cantautores alados lo llamo Fabricio; a otro, egismundo; a otro, Venancio; a otro más, Rigoberto. Lo cierto es que cuando los llamo por los nombres de mi particular nomenclatura, ellos me responden con una parrafada de trinos.


... Querido: retomo esta carta una semana después de la parrafada de trinos. Ya llevo más de un mes en mi isla verde. Se me ocurre que ya he reflexionado lo suficiente y además he empezado a extrañarte de forma casi enfermiza.
Así como antes sentí la imperiosa necesidad de un aislamiento, ahora tengo una añoranza terrible de tus manos, de tu boca, de tu abrazo, de tu cuerpo en fin. Confío, compañero, que con estos conmovedores llamados no se le vaya a llenar el tafanario (aclaro que este sinónimo de culo lo aprendía ayer) de papelitos, eh.

Llegaré el lunes. Te aviso con tiempo suficiente como para que desalojes de nuestra confortable cama doble a cualquier intrusa y su cuerpo del delito. Te lo digo de broma, claro. O no. Te lo digo en serio. A desalojar, a desalojar, con música de Viglietti. Te anticipo que esta temporada de soledad me ha vuelto muy apetitosa. Besos y besos, de tu Natalia.


(Relato sacado de "Buzón de Tiempo", de Mario Benedetti)

martes, diciembre 18, 2007

1- Animal carnívoro perteneciente a la familia de los mustélidos

Pensé que sería más fácil. Me sorprendía cómo todos se acercaban a ti en actitud casi de oración, hablándote de cosas imposibles y el otro lado de la luna. Yo nunca pude. Yo sólo quería estar contigo, acercarme de puntillas y apartarte el pelo mientras dormías. Entendía que eras como una puerta, una llave hacia nuestro trozo particular de cielo. Donde cabíamos únicamente tú y yo, incluso un poquito apretados si elegías otra vez la cama del sábado. Quise explicarte cuánto se puede dar sin pedir nada a cambio, salvo tu risa y tu sonrisa. Que no se pueden poner barreras a la felicidad cuando hay tanto cariño por medio. Que me vas cambiando poco a poco, me moldeas como a una figura de barro y ahora sólo puedo pronunciar tu nombre y ninguno más. Por eso no me arrepiento de nada, de ningún momento que compartimos, como nadie lamenta haber sido niño, haber jugado con la arena. Ya que volver a vivirlo parece que es imposible, al menos me gustaría que esos instantes, que ese tiempo no arda cuando toque hacer limpieza, que no sea un lastre cuando tu corazón pese demasiado de tanto amor y sientas que te cuesta seguir avanzando. Ahora me he dado cuenta, al final he comprendido que fui feliz en ti, en esa estación, en ese amor que creamos. Pero los abrazos sólo duran para siempre si se alimentan a diario, y es imposible construir un puente sólo desde un lado del río. No permitamos que aquello muera de hambre. No se lo merece. No nos lo merecemos. Mantengamos una vela encendida por si algún día volvemos a coincidir a oscuras por las calles.

domingo, diciembre 16, 2007

Quédate conmigo

El inicio no muy alentador. Me gusta pensar que eres tú quien me deja sin palabras, te las apropias todas para hacerme enmudecer. Y yo me dejo, seguramente consciente de que la mejor forma de crecer es cerrar los ojos, escuchar tu voz y respirar hondo. A pesar de todo y de cada cuchillo que se iba clavando y no conseguía quitarme, lo que más deseaba era besarte. Así que con tus palabras y las mías vas tejiendo un refugio inexpugnable, una fortaleza invisible desde el exterior.
Porque no lo imaginas, pero cada una de tus palabras abre mil puertas, llenando mi silencio de ideas y derribando mis defensas. Y a ti siempre te parece mi postura la más cómoda, en tu universo infinito de abrazos y sonrisas, de presencias constantes, pero me gustaría que por un momento pudieras asomarte de este lado, sentir la luz que irradias: aquí todo es tú.
Así que si no te importa, me quedaré un rato más, sumergido en tus ojos sin fondo, mientras tú sobrevuelas la habitación con tus sueños hechos palabras, convertidos en alimento.

sábado, diciembre 15, 2007

Gracias por su visita

Recuerdo la oscuridad de la alameda y tu cuello eterno latiendo bajo mis labios. Si cierro los ojos, es la primera imagen que aparece al recordar los días junto a ti. Hace tiempo que descubrimos que bailamos a ritmos distintos, pero eso no impide que todavía seleccione con el máximo cuidado mis palabras al imaginarte, mientras sonrío y afirmo que a nadie he querido más. Sigo marcando este día en rojo, como una fecha importante, fundamental en mi vida, del mismo modo que me estremezco una determinada noche de Junio. Y tengo la certeza de que no dimos ningún paso en la dirección equivocada, simplemente recorrimos un camino que nos llevó a destinos diferentes pero necesarios para ser las personas que hoy somos. Por eso hoy de nuevo me asomo a la ventana y te envío mis abrazos más largos.

martes, diciembre 11, 2007

Cómplices

Cada noche vuelvo a ese lugar entre tus labios y mi sonrisa. La única razón para odiar al sol, y el rincón donde me refugio de la tormenta. Llenar las sábanas de cariño, mis manos en tu pelo, y tu cabeza sobre mi pecho. Pasaría media vida abrazado a ti, soltándome sólo para contarle al mundo la verdad sobre el cielo. Detengamos la rutina cinco minutos, ahora que nadie nos ve.

"...un mundo nuevo que sigue donde un día lo pusiste..."

sábado, diciembre 08, 2007

Inventario

Hay gente esperando a los semáforos en rojo para ver la vida que cruza un paso de cebra. Hay persianas que no se quieren abrir, hay monotonías desenfrenadas en agitados aburrimientos. Sobre la alfombra azul del dormitorio desfilan todos los sueños que escapan aprovechando tus noches en vela. Hay un pétalo de rosa atrapado entre las páginas de un libro de poemas. Hay desayunos fugaces como cámaras de fotos desechables, y hay una mujer asomada al balcón. Hay un hombre que habla a voces en el parque, y hay niños jugando en toboganes y columpios que se ríen. Hay días rojos, días grises y noches de boda, hay mantas en el suelo junto a los grandes almacenes, y un mimo y tres músicos. Hay miradas que queman y palabras que no cuesta nada decir. Sonido de tráfico y música en auriculares, ruido de bolsas, charlas distantes, el agua de un grifo abierto y una puerta que se cierra. Hay besos que duelen y hay labios atrevidos, y también hay ganas de verte al final de la semana.

martes, diciembre 04, 2007

Coordenadas

Qué bueno fue verte de nuevo, poder hablarnos sin temor. Te lo había dicho: no tenía porqué cambiar nada. Yo, nervioso como la primera vez, pero con tan solo dos sorbos y tu serenidad en las palabras ya podía sostener la pistola con una sola mano. Ya he conseguido convencerme de que si multiplicamos mi cariño por tus ganas no nos va a dar más que cero. Nada de lo que nos rodeaba conseguía arrancarte esa espina que me pedía siempre ir un paso más lejos, preguntarnos qué había detrás del horizonte. Así que no tardaste en hacer las maletas y desvanecerte en la niebla, como en un truco de magia.
Recuerda que tu tranquilidad es también la mía, y tú has vuelto a contar conmigo como lo hacías al principio, como si esto sólo hubiera sido un sueño del que te acabaras de despertar y del que a la hora de comer ya ni lo recuerdas. Pero el tiempo pasa, hoy todos los héroes están cansados, llevo tanto tiempo buscándote que estoy demasiado lejos de mi punto de partida y lo único que he descubierto es que no merece la pena. Ojalá hubiese llegado a esta conclusión un segundo después de que te fueras. Y sé que prefieres los abrazos a las palabras, aunque si te dieran a elegir te quedarías con las dos mitades del amor. Ninguna palabra mía es comparable a un abrazo, pero recuerda que te di todos los abrazos que tenía y ahora sólo me quedan las palabras.

Hay que empezar desde abajo, como el primer día. Como ves, nosotros seguimos siendo los mismos, cogemos el teléfono con la misma mano y tengo el mismo temblor en la voz. Cuéntame algo que nunca haya ocurrido, invéntanos un pedacito de futuro incierto. Quiero seguir siendo tu confidente, porque has demostrado cuánto confías en mi desvelándome cosas que sólo los elegidos saben. Yo, metido en mi papel de confidente y amigo fiel, crearé para ti un sonido para cada uno de tus momentos, para que nunca te falle la banda sonora ni creas que bajo tus pies sólo hay precipicio.

Seguiste hablando mientras alimentabas un cigarrillo con el cadáver de otro. Y no lo imaginas, pero cada una de tus palabras abre mil puertas, llenando mi silencio de ideas y derribando mis defensas. En momentos así echaba en falta una buena respuesta, habitualmente aparecen varias horas después y ya no merecía la pena, nada tenía demasiado sentido. Aparecen aquí y en las madrugadas, donde me desahogo. Desearía no necesitar lápiz ni papel cada vez que quisiera abrazarte.

Hoy soy un poco más optimista en todo. Puedo volver a verte, llamarte, contarte, cuidarte, aconsejarte. Son privilegios de un buen amigo y eso lo tengo muy en cuenta. Me miras y tiemblo un poco, tal vez porque sé que eres la única persona capaz de desmontar toda la estructura que me permite seguir mirando hacia delante con sólo parpadear y esa forma de sonreír. Al fin y al cabo, sólo soy un par de manos abiertas, palmas hacia arriba, extendidas sobre la mesa. Tan inofensivo como pintar un amanecer del color de tus ojos. Y de vez en cuando contarte un poquito, apenas una diapositiva, acerca del chico que buscaba la felicidad armado con un cazamariposas y media sonrisa.

Volvimos a pisar un territorio que los dos reconocíamos, a pesar del tiempo y de los golpes que nos habían alejado demasiado. Por eso cuando te miraba no podía parar de sonreír, de besar cada gesto tuyo inconscientemente, como si hubiera aprendido a hacerlo de niño y no fuese algo controlado. Sólo quedamos tú y yo, como la primera vez. Esa noche fui feliz, tuve a mi gran amiga a mi lado, la que inconscientemente me ayudó a salir del pozo. Tan sólo un instante mantenido durante toda una noche, preguntándome cuánta felicidad me puedo permitir sentir en un segundo y alargar ese brillo hasta convertirlo en horas. Quiero vivir dos veces…

Nos conocimos por dentro antes que por fuera, y por eso hay ciertas cosas que nunca te digo, que no caben en ninguna lista porque están flotando en el aire, en un equilibrio imposible en el que nadie es capaz de asegurar si eres frágil y te estás haciendo la dura o todo lo contrario, o tal vez depende del momento. Pero gracias a todo esto puedo conocerte mejor que cualquiera de esa gente que te rodea y que es más rápida que yo en tender sus gabardinas en tus charcos para que no te mojes.

Porque yo sé que, princesa de los besos a medias, estás acostumbrada al borrón y la cuenta nueva; eres experta en empezar de cero y si lo necesitas puedes darnos un par de clases particulares sobre cómo caer de pie.

Que vuelves a reinventarte una y otra vez cada domingo por la mañana, porque bailas tan lejos de todos y de todo que nadie es capaz de entender por qué estando siempre tan bien rodeada te sientes a veces tan sola.

Que no soy el único que lo nota, que cualquiera puede estar contigo durante dos minutos y decidir darle a su vida un nuevo rumbo, hacia una orilla más luminosa y tranquila.

Que al mismo tiempo hay muchos que son incapaces de leerte, como todos los que te llevaban prendida del brazo, un trofeo de caza para ojos fácilmente impresionables, que creían conocerte tan bien que nunca te preguntaban nada.

Que conozco a hombres que salen corriendo con sólo pensar en mirarte a los ojos. Lo peor de todo es que tú eres consciente de que provocas reacciones inesperadas, al fin y al cabo las calles por las que pasas siempre tienen todas las farolas encendidas aunque sean las 3 de la tarde.

Que eres diferente, completamente distinta al resto. Con un brillo propio, que nace de la propia oscuridad de tu voz. Siempre escondida tras un monólogo permanente cargado de gestos que se pierden en el aire, dibujos que flotan y yo intento adivinar mientras sonrío en silencio. Hay una verdad oculta, tu capacidad para transmitir emoción está detrás de tus miradas fulminantes y mis silencios elocuentes. Si tuviera que definirte música, seguramente estarías compuesta a base de tu forma de callar, de tus parpadeos como mapas del tesoro.

Que cuando yo tengo un día jodido y tu me saludas con una sonrisa o poniendo carazas ya se me pasaba un poco.

Que eres una tormenta. Te precede una calma pero algo se arremolina en tu interior y estalla arrasando con todo lo que se te ponga delante. Lo bueno es que cuando termina la tempestad empieza de nuevo la calma. Es cuando toca recoger los destrozos; pero sobretodo es cuando hay que abrazarte muy fuerte y que escuches.

Que te llenaste la voz de orillas accidentales al intentar llegar antes que tu sombra a la felicidad, y ahora repartes sonrisas como paraguas contra este cielo gris que nunca te hace justicia.

Que a veces vas acumulando tensiones y luego explotas, te da lo mismo a quien salpicas, y es una de las cosas que aunque no sea muy buena me fascina. Eres apasionada hasta para un enfado, se te va la vida en ello.

Que puedes estar sufriendo mucho y los demás seguro que ni nos enteramos. Lo ocultas muy bien y es muy difícil saber qué piensas.

Que un grano de tu arena vale más que todas las estrellas fugaces juntas.

En definitiva, que eres frágil y fuerte. Eres la contradicción personificada. Eres la chica triste que siempre me hace reír.

Yo juego a equivocarme y tomar la dirección incorrecta una y otra vez, en la certeza de que si aumentamos las distancias, acabaremos coincidiendo en el punto diametralmente opuesto. Por eso, para que de vez en cuando recibas mi señal de sonar, te dejo por escrito cada descarga eléctrica tal y como nació, sin adulterar. Sin conservantes ni colorantes.
Cuando te estés ahogando en pleno océano de arena, levanta los brazos para que pueda verte desde la copa de mi árbol y lanzarte una cuerda.

Estar a gusto con alguien es casi un privilegio y los días de lluvia son para compartirlos. Si algún día te encuentras perdida pídeme que te rapte y huyamos a ese bar donde recuperé la sonrisa.
Vete, pero poco. Qué difícil es desprenderse de tu presencia.

Sólo espero que no des un paso más, que sigas siendo la voz en off, igual que la noche del domingo.

Ya no hace frío por dentro, podemos quitarnos los abrigos. Puedo tumbarme junto a ti y ver cómo duermes hasta mañana, si es lo que necesitas.

domingo, diciembre 02, 2007

Octubre Dulce

Time has come, what's done is done
It's time to move on
To another place, another space,
maybe circling in some other sun
Don't ask why, don't ask how
I still can't explain
To say goodbye, goodbye for now
Till I see you again
In the sunlight that's where I'll be
In the moon night close your eyes, you will see me
In the sunrise in the twilight
I'll be the morning and the evening star
I will be there with you
Wherever you are
Life is strange, such joy and pain
The betrayal and the kiss
It maybe meant to be, maybe destiny
Leads us down a path like this
Child is born, true love is sworn
All the in-between
Well you walk on, walk on until the path is gone
Learning love is the only everything
So it's goodnight, things go wrong but it's alright
We're all just passin' through here
At the speed of light

(Y será un buen recuerdo)





.