domingo, abril 27, 2008

Una historia de amor

París, 1662. El caballero de Chamilly era un galán en su época, y como tal, había enamorado a María Alcofano, alardeando de su conquista. Recibió cinco cartas de esta. Las cuatro primeras llenas de amor e ilusiones; la última plena de desengaño y anunciando la ruptura.
Lo que para el caballero de Chamilly fue sólo una aventura, para Maria Alcofano fue el amor de su vida:

"Perdieron mis ojos en los tuyos la única luz que los animaba. Hoy sólo les quedan lágrimas, y no les doy otro empleo que el de llorar, desde que supe que te resolvías a una separación, para mí tan insoportable, que pronto me llevará a la muerte... Y, con todo, me parece que tengo un no sé qué de enamorado apego a las tristezas de que tú solo eres causa. Te consagré la vida, desde que en ti se posaron mis ojos, y siento en sacrificártela un místico placer."

María había conocido la pasión de amar. Al despedirse, Chamilly le prometió que volvería y la llevaría con él. La emoción de la promesa produjo que casi se desmayase de la felicidad.

"Con harta pesadumbre volví en mi. Era mi dicha, sentí que moría de amor y, finalmente, me hallaba bien viendo cómo cesaba de flagelarme el dolor de tu ausencia... ¿Podría satisfacerte una pasión menos ardiente que la mía? Tal vez encontrarás a otra más hermosa -y, con todo, me decías en otros días que yo era bonita-, pero no hallarás nunca tanto amor, y lo demás es nada..."

Por supuesto, Chamilly no volvió a por María. "Tu honra te obliga a dejarme. ¿Pensé yo en la mía? ... ¡Qué ventura la mía y hubiésemos pasado la vida juntos...! Odio todo lo que estoy obligada a ver y hacer. Tan celosa me siento de mi pasión, que me parece que todos mis actos, todas mis obligaciones, te pertenecen. Sí, tengo escrúpulos de no entregar en ti todos los momentos de mi vida."

Tal pasión se conjuga con una sumisión al amor que sólo pueden conocer aquellos que aman o han amado. "Me queda un resto de esperanza, y si no ha de servirme preferiría perderla por completo y yo con ella... Siento una devoción total por todo cuanto me concierne. No me dejo a mi misma ningún albedrío. Momentos hay en que me figuro que sería capaz de servir sumisamente a quien tú amaras ... Dentro de pocos días hará un año que me entregué a ti sin titubeos, transida de emoción... Ya no me atrevo ni a pedirte que me ames."

Poco a poco va dándose cuenta de la realidad de las cosas: "No considerabas mi pasión sino como una victoria, y tu corazón jamás se conmovió con ella... Se es infinitamente más felizy se siente algo inmenso entregándose violentamente a los furores de la pasión, que dejándose amar... Y, sin embargo, siento implacablemente que mis remordimientos no son sinceros; que desde el fondo del alma quisiera haber afrontado por tu amor mayores peligros... Estimos mucho más ser desventurada amándote que feliz sin haberte llegado a conocer."

Pocas veces se habrá expresado sobre el papel un amor tan apasionado. "Hubiera sido menester que en aquellos momentos de suprema felicidad acudiese yo a la razon, para modelar los excesos de mi deleite y para poder anticiparte a los padecimientos actuales. Pero me entregaba toda a ti, amor mío, y no podía detenerme a pensar en cuanto había de ser más tarde la ponzoña de mi entendimiento. ¿Es que había algo que pudiera interrumpir el placer con que yo gozaba las ardorosas muestras de pasión? Era demasiado fuerte la embriaguez que me poseía al sentirte a mi lado, para pensar que algún día te separarías de mi... Prefiero olvidarte a sufrir más aún ... Soy más feliz que tú porque amo mi propio amor."

Tras esta carta, la cuarta de las cinco, María razona y se da cuenta que su amor imposible ha terminado. Sufrir mientras se amacontiene en sí el germen del placer, pero desaparecido el amor queda sólo la amargura del desengaño. Dice lord Byron que la felicidad pasada es pasada, pero que el dolor pasado es dolor todavía. María manda una última carta a Chamilly. En ella el tú cariñoso de las cuatro primeras se transforma en un frío usted:

"Le amé neciamente. Por usted lo desprecié todo y de todo prescindí ... Excesivamente ingenua, le revelé por hechos y de palabra mi arrolladora pasión, olvidando que para hacerse amar es preciso fingir y buscar astutamente los medios de enardecer. El amor por sí no engendra amor."


Y así termina esta historia de amor. ¿Se puede morir de amor? Tal vez, pero lo cierto es que María Alcoforado vivió hasta los ochenta y tres años. Se puede vivir sin conocer el amor y se puede morir por exceso de pasión, pero lo cierto es que la vida sin amor no vale la pena de ser vivida.

viernes, abril 11, 2008

Algunas cosas imprescondibles antes de visitar Paris

- En Paris, los charcos no tienen agua: tienen leche
- No existe la pintura para carreteras, así que aquí se viven todos los días grandes premios de F-1, ganando el interior, adelantando en las curvas y pasándose los semáforos por el arco del triunfo.
- Las españolas en Paris pierden el gusto por la ropa interior bonita.
- El famoso "piquito de Notre Dame" son dos labios para fuera juntando los morritos.
- Paris es la cuna de la "edificiofilia"
- A pesar de que sólo se le da bombo al arco del triunfo, también existe el del empate y el de la derrota.
- Los 4 principios fundamentales son: Libertè, Egalitè, Fraternitè y Nutella.
- A la hora de comer en cualquier restaurante y al pedirle al "garçon", conviene terminar las frases con "un poquito de sal, sil vous plait"
- Los niños de mayores quieren ser fruteros.
- Tiene más valor un bocata de Nutella que un diamante de Tiffanys.
- Cuando nos vuelcan los camiones, aprovechan pa robarnos las fresas.
- Las baldosas de las aceras provocan descordinación en el paso.
- El monumento más importante aunque casi desconocido es el "hombre lamentándose".
- El plato más jugoso en la gastronomía francesa es el perro asado, que tiende a confundirse con un pollo.
- Frente al arco de triunfo hay un arce.
- Los colchones provocan espasmos en las piernas ocasionando serias lesiones al acompañante que pretende dormir.
- Los pájaros entienden español y tienen muy mala leche.
- Cualquier cosa u objeto de piedra se denomina "gárgola", así no resulta extraño escuchar: "niño, no tires gárgolas (piedras) y siéntate en esa gárgola (banco)" o "vivo en el 2º de esa gárgola (edificio)".
- Es imposible sacar fotos en Notre Dame.
- El famoso sexo oral también denominado "francés" nació en el barrio de Pigalle.
- Los palomos tienen diarrea.
- Según se pisa terreno francés se empieza a desvariar y la lengua se retuerce, inventando palabros tales como "hace tiempo que no como perro asado" (por pollo) o "cuando lleguemos al perro" (por hotel)
- Las camisas marrones abrigan más que los jerseys. O más incluso que un abrigo de lana.
- El arco del triunfo incita a burlarse de la gente poniendo las palmas sobre la cabeza.
- La droga más poderosa y a la vez legal en Paris es el te verde. Provoca risa floja, posesiones demoníacas, subir las escaleras a cuatro patas y tararear canciones de videojuegos matemáticos.

miércoles, abril 09, 2008

La cuestión

Ya lo sé, ya lo sé, no lo digas, sólo a ti me faltaba perderte,
cerrar el ciclo de mis despedidas.
No sé como lo dudé,
como esperé que te me quedarás en la piel.
Ahora sí me quedé sin nada.
.
Desde hace muchos meses eres lo único que he querido.
La última vez que hablé de dejarte, expliqué que eras una maldita droga que invadía mi sistema y por la que había generado una dependencia emocional, física, psicológica y en general absurdamente fuerte.
Hace minutos, que supe que era irremediable, que tenía que irme de tu lado, me dieron ganas de gritarte todo lo que no he podido decirte... por amor.
¿Supiste alguna vez que te quiero?
Te quiero, te quiero, te quiero como no se si volveré a querer... te quiero tantísimo.
Te quise más que a muchas, te quise lo que a muchas no pude, te di lo que a otras no supe.
Mi tiempo entero, mi limitada capacidad de creación... por ti dejé de lado mi vida que se entretuvo en muchas ramitas y bosques de tu inmensidad.
Alguno ha estado contigo y ha sido feliz sin ti... yo no sé cómo, no imagino la vida lejos de ti, de tus manos monstruosas, trituradoras de vida.
Eres... mi verdugo favorito... mi amor platónico, mi maestra, mi carrusel de feria, la niña que había que cuidar, mi más reciente motivo de estrés incontrolable. Fuiste mi forma de hacer justicia, mi manera de gritar las verdades... la mordaza que me inundó de impotencia los sueños.
Fuiste mis zapatos nuevos cada mañana, lo que hacía mientras tenía tiempo de tener una vida.
Supongo que disfrutaste de tu última tortura, que debo reconocer fue magnánima.
Pero se llegó el día, hay un precio que pagar, estaba advertido, una vez me lo dijiste:
"Haz tu vida sin mi. Será lo mejor para los dos."
Y mira... al final sabremos si acertaste y perdiste... me... perdiste.
La única forma de poder vivir sin ti será mudarme a otro planeta.