Sábado de pasión
Por un momento llegué a creer que por fin vería la luz más allá del túnel en que a veces parece que me has dejado metido. Te voy a ser sincero: en las últimas semanas había conseguido pensar en ti solamente dos o tres veces al día (más cada vez que abro el móvil, que ahí aparecemos los dos juntitos) No es algo de lo que me sienta orgulloso, eso de intentar o conseguir olvidarte, pero creo definitivamente que es lo que más me conviene.
Fíjate hasta que punto me veía recuperado que no hace mucho conocí a una chica que parece merecer la pena para más que un revolcón (ya es algo, tú no me dejas mirar más allá de ti). Una persona por la que quizá me apetecería entablar largas conversaciones, tomar cafés con hielo en tardes primaverales y dar largos paseos con el convencimiento de que hay más vida más allá de ti.
Pero esta tarde sonó el teléfono. Por supuesto no eras tú. Era una amiga que tenemos en común, y me informaba que este sábado habrá uno de esos encuentros - fiestas - reuniones o llámalo como quierasque hacemos el grupito de ex-alumnos compostelanos para echarnos unas risas y quitarnos unos años haciendo algún botellón que llegado este momento ya no me dice nada.
Esta breve información ya hizo que me acelerara con la remota posibilidad de verte después de ya varios meses sin hacerlo. Algo así como nervios de adolescente. Con esto me di cuenta que de recuperado más bien poco o nada, porque enseguida me puse a pensar cómo podía mover fiestas y compromisos para poder estar el sábado por tu tierra con la ilusión intacta y la sonrisa profidén. Incluso si esta semana no veo a la chica que parece merecer la pena... pues no pasa nada (para qué, si la iba a comparar contigo) ¿Te fijas como consigues cambiarme el día?
Pero lo más gracioso es que no sé por qué este nerviosismo. No tengo ninguna duda de que el sábado no estarás. Como no estuviste el anterior, ni el anterior, ni el anterior... que hacemos uno de estos reencuentros. Ese es otro tema que sinceramente no entiendo. Y a quien le pido opinión también dejas desconcertado. Me huyes, eso está claro, aunque no sé por qué. Antes quedábamos, nos veíamos. Desde hace un año, más o menos, me huyes. Si voy, no vas. Inventas excusas que ya no se cree nadie. Y me duele muchísimo, porque antes de amante fuiste, y eres, amiga. La mejor. Y yo quiero tener cerca a mis amigos, y mucho más a ti.
Creo que algún día te darás cuenta de que no has ganado nada evitando encontrarte de frente conmigo. ¿Es porque te he fallado? Puede ser, creo que alguna vez lo he hecho. ¿Es porque crees que al no vernos así no me haces daño? Me lo haces mucho más. ¿Qué sientes? ¿También se ha acabado la amistad?
No sé que pensar, pero quiero verte este sábado y volver a sentir como se me acelera la patata cuando me miras, te acercas a mi con esa arruguita en tu nariz cada vez que sonries y me dices:
-¡Hola pendón! Cuánto tiempo sin saber de ti...
Fíjate hasta que punto me veía recuperado que no hace mucho conocí a una chica que parece merecer la pena para más que un revolcón (ya es algo, tú no me dejas mirar más allá de ti). Una persona por la que quizá me apetecería entablar largas conversaciones, tomar cafés con hielo en tardes primaverales y dar largos paseos con el convencimiento de que hay más vida más allá de ti.
Pero esta tarde sonó el teléfono. Por supuesto no eras tú. Era una amiga que tenemos en común, y me informaba que este sábado habrá uno de esos encuentros - fiestas - reuniones o llámalo como quierasque hacemos el grupito de ex-alumnos compostelanos para echarnos unas risas y quitarnos unos años haciendo algún botellón que llegado este momento ya no me dice nada.
Esta breve información ya hizo que me acelerara con la remota posibilidad de verte después de ya varios meses sin hacerlo. Algo así como nervios de adolescente. Con esto me di cuenta que de recuperado más bien poco o nada, porque enseguida me puse a pensar cómo podía mover fiestas y compromisos para poder estar el sábado por tu tierra con la ilusión intacta y la sonrisa profidén. Incluso si esta semana no veo a la chica que parece merecer la pena... pues no pasa nada (para qué, si la iba a comparar contigo) ¿Te fijas como consigues cambiarme el día?
Pero lo más gracioso es que no sé por qué este nerviosismo. No tengo ninguna duda de que el sábado no estarás. Como no estuviste el anterior, ni el anterior, ni el anterior... que hacemos uno de estos reencuentros. Ese es otro tema que sinceramente no entiendo. Y a quien le pido opinión también dejas desconcertado. Me huyes, eso está claro, aunque no sé por qué. Antes quedábamos, nos veíamos. Desde hace un año, más o menos, me huyes. Si voy, no vas. Inventas excusas que ya no se cree nadie. Y me duele muchísimo, porque antes de amante fuiste, y eres, amiga. La mejor. Y yo quiero tener cerca a mis amigos, y mucho más a ti.
Creo que algún día te darás cuenta de que no has ganado nada evitando encontrarte de frente conmigo. ¿Es porque te he fallado? Puede ser, creo que alguna vez lo he hecho. ¿Es porque crees que al no vernos así no me haces daño? Me lo haces mucho más. ¿Qué sientes? ¿También se ha acabado la amistad?
No sé que pensar, pero quiero verte este sábado y volver a sentir como se me acelera la patata cuando me miras, te acercas a mi con esa arruguita en tu nariz cada vez que sonries y me dices:
-¡Hola pendón! Cuánto tiempo sin saber de ti...
